El crimen de León

A nadie se le escapa, puesto que no hay que ser muy avispado para ello, que en el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco hubo unos agujeros en la narrativa del crimen casi insoportables de sostener para todo periodista intrépido que decida crear una historia verosímil a partir de estos hechos.

Que parece que nadie puede poner en duda, puesto que así ha quedado demostrado, la autoría directa del crimen; ahora bien, si hablamos de la autoría intelectual o si hablamos de depurar el grado de responsabilidad de las otras dos sospechosas, el asunto ya se va poniendo cada vez más turbio más ‘nublao’ hasta llegar a tormentoso. Como siempre, by the way. Porque matar a un político no es fácil, y menos fácil es AÚN deshojar la margarita de las verdaderas e íntimas razones por las cuales ese político fue muerto, morío y matao, como decía esa copla del crimen de Cuenca.

Y si no sigue leyendo.

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