Claramente estamos muy alejados del mundo utópico que los escritores Anaïs Abbot y Miguel Alda diseñaron para el siglo XXII, y que denominaron Un Súper Mundo Feliz.
Claramente.
Es la cosa tan clara y transparente como el rocío de la mañana cuando comparamos ese mundo con el nuestro y vemos la mierda pinchada en un palo en la que estamos viviendo.
Claramente.
Y es cuando realmente comprendemos por qué toda la ciencia ficción de NetFlix es distópica, ya que si no lo fuera, cambiaríamos el virgencita virgencita, que me quede como estoy, por el ya estamos tardando en seguir el camino de la utopía. Lentos, pero seguros, y siempre de forma pacífica.
Y es que si viviéramos en un mundo donde la ciudadanía tuviera poder de decisión, como en Un Súper Mundo Feliz, una de las preguntas que ya estarían en el candelero de la democracia horizontal es la de si los asesinos tienen derecho a tener hijos o no.
Como en el relato de esta novela, es posible que algunos colectivos opinen que es una cuestión muy nazi que ni siquiera debería plantearse. Y parte de este grupo social argüiría que grande genios han nacido de padres asesinos. Sin aportar ninguna estadística a propósito, solo casos aislados, ya que esta cuestión no ha sido estudiada con el rigor científico del nuevo paradigma, nacido después de la revolución que tuvo lugar en el año 2011.
Pero tanto en ese mundo ucrónico que no sucedió, como el que nos cuentan Alda y Abbot, como en ese mundo de ahora, poseído por la realidad real, hay sin duda otros grupos de seres humanos que opinan, aún a riesgo de que les llamen nazis eugenésicos, que los asesinas ni los asesinos ni los asesines deberían tener descendencia, al menos, mientras estuvieran en la cárcel cumpliendo pena.
Y ojo, que como siempre, la privación del derecho, lleva no solo trabajo, sino intervención del estado o de la aldea global en la vida y en la biología de esa persona que ha cometido un acto tan espantoso como es el de quitarle el derecho a la vida a otro ser vivo de su misma especie.
Y sí, porque el debate lleva a otro debate moral más complejo aún, y que nos hace comprender por qué los políticos no se meten en estos berenjenales, ya que sería mucho trabajo de pensar legislar sobre estos asuntos, y menos sin hacer ninguna consulta a la ciudadanía.
Pero nosotrxs no vamos a evadir esta cuestión, y reconozcamos que lo siguiente sería plantearse la posibilidad de que estas personas tengan que recibir, en la mayoría de los casos, de forma obligada, involuntaria, esto es, por la fuerza, medicación anticonceptiva.
E incluso algunos llevarían más lejos la cuestión. Algunos que en Un Súper Mundo Feliz fueron etiquetados directamente como #nazisnivel10, que fueron los que plantearon la directa e irreversible estirilización de toda persona que matara a otra habiendo quedado demostrado que lo ha hecho, no en defensa propia, sino por el placer de matar o por obtener algún tipo de interés, beneficio o ventaja derivada de dicho acto.
Continuará…