—El fiscal del distrito llama a declarar al doctor Roger.

(…)

—Buenos días, doctor.

—Buenos días.

— ¿Es usted católico?

—Irrelevante.

—Aceptada.

—Por favor, doctor Roger, sería tan amable de explicarle al tribunal a qué se dedica.

—Protesto, señoría, irrelevante. El fiscal intenta vincular…

—Señoría, es importante que el tribunal conozca, se imagine, el lugar de los hechos.

—Denegada. Continúe, señor fiscal.

—Trabajo de director en una empresa que se dedica a vender placeres sexuales altamente refinados a los clientes. No es prostitución, es un trabajo que se realiza con conocimiento, arte y pasión, y cuyos trabajadores gozan de los mismos derechos laborales establecidos para todas las profesiones y algunos más, impropios de las estructuras económicas en las que tenemos la desgracia de vivir. Los empleados trabajan cuatro horas al día, cobran 3000 dólares al mes, lo mismo que yo, y al final del año, se reparten los beneficios a partes iguales entre todos, menos una parte que se invierte en bolsa.

—¿Desde cuándo los comunistas cotizan en bolsa?

—Protesto, señoría, argumentativo.

—Denegada. Conteste a la pregunta, doctor.

—Marx también lo hacía. Pero yo no soy comunista. El comunismo es la antítesis del capitalismo. Deberíamos superar este esquema dual, ¿no le parece? Tener la imaginación necesaria para inventarse otro sistema diferente.

—Usted es un proxeneta. Vive de que otros seres humanos se prostituyan. ¿Me equivoco, doctor?

—Protesto, señoría.

—Aceptada.

—Y dígame. Usted antes era científico, ¿por qué se retiró y le dio un giro tan radical a su vida?

—No es un cambio tan radical. De todo en esta vida se puede hacer un proyecto de investigación.

—Usted dirige el Kalifornia’sDreaming. No es investigar, tiene responsabilidad sobre todo lo que pasa allí, ¿no es así?

—Sí y no. Oficialmente soy el director, pero en realidad todos somos parte de un sistema.

—Doctor Roger, ¿le importaría ser más concreto en sus respuestas?

—Sí, claro, cómo no.

—Y, dígame, ¿por qué decidió cambiar?

—Ya se lo he dicho antes. Esta repitiendo las preguntas.

—(Juez) Doctor Roger, no le corresponde a usted analizar la estrategia argumentativa del fiscal. Limítese a contestar a sus preguntas.

—¿No tuvieron nada que ver el alto grado de conflictividad que generaba, según sus compañeros, en el lugar donde antes trabajaba?

—Sí, claro. Aunque para mí el sumiso es el conflictivo, pero bueno.

—Usted ha afirmado en más de una declaración que odiaba con todas sus fuerza a estas personas.

—Sí, es cierto, y lo peor es que todavía las sigo odiando aunque ya estén muertas. Nadie ha inventado todavía la máquina de borrar pensamientos negativos de nuestra mente.

—¿Qué opina de la prueba de la verdad?

—Fue una experiencia.

—¿Cómo explica usted que supiera esas cosas?

—Me lo he imaginado muchas veces. Pero eso no quiere decir que lo haya hecho.

—Limítese a contestar.

—Sí, señor juez.

—Que no conste en acta esta última conclusión.

—Usted es una persona inteligente, ¿podría decirnos cómo es posible que usted sepa cómo se hizo sin haberlo hecho?

—No tengo ninguna explicación. Solo sé que no es imposible.

—Bien, veamos, usted ha estudiado durante mucho tiempo el cerebro, ¿no es así?

—Sí.

—Bien. ¿Puede decirnos por favor si hay casos en los que el sujeto hace cosas en un estado determinado y luego lo olvida? ¿Es posible esto?

—Sí, hay muchos casos de personas que han cometido asesinatos y luego no se acordaban.

— ¿Y cómo sabe usted que eso mismo no le sucede a usted?

—Puede que me suceda. Mi parte consciente no ha sido.

—Muchas gracias, he terminado mi turno.

—Tiene la palabra el abogado de la defensa.

—Gracias, señor juez.

—Doctor, apelo a usted, como ha hecho mi colega, como profesional. Con lo que le pido que me de una explicación académica. Cuando soñamos, ¿nuestro inconsciente es el que determina el sueño, ¿es así no?

—Sí. A través del sueño, se expresa el inconsciente.

—Usted lo ha dicho. Se expresa. Pero a veces soñamos cosas raras que no sabemos lo que significan. ¿Qué explicación hay para esto?

—El subconsciente se expresa mediante símbolos.

—Durante la prueba que a usted le hicieron, se manifestaba el subconsciente. ¿No es así?

—Sí.

—Y, dígame, ¿qué es lo que simbolizaban esas imaginaciones?

—No lo sé, pregúnteselo al doctor Holtz, que fue el que me hizo la prueba. Yo no sé interpretar los sueños. Él es el experto.

—Bla, bla, bla, bla.

Perdonen mi descortesía al narrar, pero todo lo que ha sucedido a partir de aquí es irrelevante para la trama, y como soy el narratario, esto es, un narrador subjetivo, puedo decidir interesadamente lo que narro y lo que no.

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