El caso de Daniel Sancho y Edwin Arrieta (10): sangre coagulada de primera división.

Para cuando se escriben estas líneas, ya hay 6883 turnos de palabra en el Foro Cotilleando donde se comenta este caso. A estas alturas del hilo, como ocurre normalmente, ya se han definido los defensores de Daniel y los defensores de Edwin. Parece que es condición típica de este nuevo siglo el de tomar partido por un bando hasta el punto de que todas las opiniones nuevas que se den a partir de esta fase ya tienden a ser clasificadas dentro de una u otra tendencia, tal y como ocurrió, por ejemplo, en el caso del Crimen de Almonte.

Pero aún a riesgo de que se nos trate de encasillar en un bando o en otro, no podemos dejar de mencionar algunos aspectos que llaman soberanamente la atención y que pasaremos a enumerar aquí, poco a poco, en esta entrada, que hoy se comienza pero que queda inconclusa y que se irá completando a medida que se vaya avanzando en el análisis del caso.

Y sí, se pone la palabra análisis en negrita porque, sin ánimo de ofender a los usuario de dicho foro, se echa de menos, salvo en alguna que otra intervención, la práctica de esta actividad mental, más allá de la mera opinión.

Dicho lo cual, pasemos ya a señalar el primer el aspecto que hemos considerado reseñable.

La reconstrucción del asesinato

Quien se haya acercado a la disciplina de conocimiento de la Criminología, sabrá que dentro de ella, hay una parcela que aún está en crecimiento llamada Lenguaje Forense.

Aunque esta parcela es muy amplia, y recoge el análisis del lenguaje jurídico, esto es, el estudio de la lengua con la que se redactan las leyes, también podemos encontrar aquí una sección dedicada al análisis del lenguaje que han usado los sospechosos de un crimen con el fin de ayudar a la policía a aportar luz sobre la culpabilidad o inocencia del acusado.

Es por eso que el lingüista forense debe estar muy atento a todas y cada una de las palabras que los acusados emiten cuando hablan del crimen, y analizar su mensaje desde diferentes dimensiones: gramatical, sociolingüística y pragmática.

Como nuestro campo de especialización es la Pragmática Forense, vamos a centrarnos en este nivel de análisis.

Todos hemos visto el vídeo de la reconstrucción. Durante el mismo, Daniel Sancho trata de comunicarse en una lengua que no es su lengua nativa, con lo que hay que tener esto muy en cuenta a la hora de analizar su interacción, puesto que algunos de sus anacolutos o falta de fluidez pueden deberse a la limitación que él siente respecto del idioma.

Y esta podría ser la explicación de que su mensaje durante estos momentos puedan ser calificados como ‘vagos’ o ‘generalistas’. Así pues, cuando él está relatando la discusión que llevó a la supuesta pelea, él siempre alega que estaban hablando de cosas ‘generales’. De hecho, él no llega a decir de su propia boca que fue Edwin quien le trató violar. Es el policía, craso error, quien pone esta hipótesis sobre la mesa; a lo que él solo tiene que confirmar la información y alegar que contestó: lo siento, pero no; esto ese tiene que acabar.

Correcto. Como digo, todo hasta aquí puede interpretarse como que no está hablando en su lengua madre y que no puede codificar su pensamiento lingüísticamente ni con la rapidez ni con la precisión ni con el detalle que a él le hubiera gustado como si hubiera hablado en castellano.

Insisto. Hasta aquí todo bien, SALVO SALVO SALVO que esta tendencia a la imprecisión se rompe en el momento en que él está en la ducha, momento previo al del descuartizamiento, y dice lo siguiente (cita no literal):

—Le di al grifo del agua caliente para que la sangre no se coagulase y no se pegase (a las paredes del baño, entendemos).

Y encontramos aquí la primera cosa que llama la atención de su testimonio. En ningún momento, relata en inglés básico una secuencia de diálogo. Es más, no explica cómo se llega del puñetazo, que supuestamente se produjo en el salón, al baño y a que Edwin se diera contra el lavabo y muriera. Tras representar teatralmente este relato, y afirmar que Edwin ya estaba muerto, él dice que hubo más puñetazos, a lo que un policía alega algo así como: si ya estaba muerto. Y él contesta que no se acuerda bien.

No se acuerda. Como Amanda Knox tampoco se acordaba.

Es entendible. Ha sufrido un shock y tiene parcelas de lo ocurrido en neblina o directamente borradas de su parte consciente.

Ahora bien. Llegados al momento de la ducha, ¿no es un poco extraño, dicho lo dicho, que se detenga en explicar este detalle metodológico? No quiere explicitar el motivo de la discusión; de hecho, se lo dan ya hecho; tampoco quiere abordar la cuestión de cómo afrontó la labor de descuartizar el cuerpo, qué hizo primero, qué hizo después; cómo fue apilando las partes, cómo fue que se apañó, en definitiva, en qué orden lo hizo y qué metodología siguió. De esto, considera que no es necesario hablar. Porque se da por supuesto. Y la policía, recordemos, tampoco le presiona. Pero pero pero cuando se trata de justificar por qué estaba todo tan sumamente limpio, ahí va él, raudo y veloz, a decir en inglés una oración larga desde un punto de vista sintáctico, compleja, que requiere cierta elaboración mental; está interesado, muy interesado, en hacer ver que él abrió el grifo caliente de la ducha para que la sangre no se coagulase y no se pegara (a las pareces del baño, se entiende).

Esta parte no la ha borrado de su cabeza. Esta parte del crimen, que corresponde a la metodología, la recuerda y la hace pública. Consciente o inconscientemente.

Algunos han apuntado que tiene cierto toc con la limpieza y que es por eso que recuerda este detalle por encima de la conversación que desencadenó la pelea. Y, sí, es una buena hipótesis, y un psicólogo especializado en este tipo de tendencias podrá hablarnos más sobre ello.

No obstante, imaginemos que no está contando toda la verdad. O mejor dicho, que la versión que ha contado realmente se aleja bastante de lo que acaeció en realidad. Si partimos de esta base como hipótesis de trabajo, ahora, todo lo que parafrasea, anacoluta, afirma, omite, cobra especial relevancia. Esto es: aquí está siendo generalista, ¿por qué? Es decir, por qué no cuenta la conversación tal y como ocurrió. Después, aquí está siendo detallista, ¿por qué? ¿por qué está dando una explicación a esto? Y luego, aquí está negándose a relatar cómo ocurrió, como es el caso de explicar la metodología que siguió para descuartizar el cuerpo, ¿por qué se acoje ‘al decoro para no habar de este tema?

Forma parte de la parcela de conocimiento de la Pragmática Forense atender a este nivel de análisis de la información. Y en este caso, insistimos, este análisis es más relevante que nunca.

Seguiremos hablando de más ‘contradicciones’ o ‘cosas raras’ que hemos visto en este caso.