Todes queremos creerte, de verdad. Y no solo nosotres, sino mucha gente en este pueblo, que te ha visto corretear desde chico por estas calles y estos campos. Sí, desde que eras un niño, y la inocencia habitaba tu corazón, y el pueblo te parecía muy grande, y ya desde entonces tenías el presentimiento de que hicieras lo que hicieras, este iba a ser, para siempre, tu lugar en el mundo.

Y es que, como decimos, nosotres, todes, queremos creerte, pero llevamos mucho tiempo en este mundo, el corazón ya se nos ha endurecido, y la desconfianza campa a sus anchas por nuestra mente cada vez que escuchamos a alguien, y da igual quien sea, puesto que el orden de los factores no altera el producto, y a nosotres nos pagan por desconfiar.

Pero no nos malinterpretes. Por favor. No nos malinterpretes. Desconfiar no es dudar de tu palabra, sino hacer algo más maquiavélico y retorcido y que consiste en buscar agujeros negros de información.

Y, en su declaración, señor, permítanos que le voseemos como lo hacemos en Castilla, sí, en su declaración, usted decidió omitir dos detallitos de nada, dos informaciones que quizá no consideró relevantes, pero que nosotros, sin duda, creemos que lo hizo para desviar la atención del verdadero lugar de los hechos y de la verdadera causa de la muerte de la ya finada y enterrada, E.

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