El 16 diciembre del año 2020, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia dictada para Ana Julia Quezada, la primera mujer en España en ser condenada a prisión permanente revisable.

Mujer, negra e inmigrante fueron las palabras que se usaron por parte de un diario afín al progresismo social para denunciar el discurso de odio de las redes sociales contra la mujer que acabó con la vida del niño Gabriel.

Ana Julia Quezada basó su defensa en que ella no cometió una acción dolosa, no tenía intención de matar, sino que fue una imprudencia, que podríamos clasificar de ‘consciente’, en el sentido de que no midió bien el riesgo de taparle la boca para que se callara y no escuchar los insultos del niño, en el caso de que así hubiera ocurrido.

Ana Julia Quezada luchó en el juicio con todos sus recursos dramáticos que tenía en su haber por convencer al jurado de que la condenaran por homicidio imprudente, y no por asesinato. Sin embargo, el jurado no quiso venirse a este marco de interpretación, y tuvo claro que detrás de su conducta estaba la intención clara y meridiana de quitarle la vida a Gabriel y evadir su responsabilidad a toda costa.

Lamentablemente, hay existen pruebas de omisión y pruebas de acción que dificultan este marco de interpretación. Si Ana Julia hubiera sido una buena persona, esto es, aquella que sabe que ha hecho mal o que ha cometido un error, en seguida habría llamado a la familia, habría luchado por la vida de Gabrial, habría confesado su acción, declarando que ‘se le fue la mano’, que no midió bien el peligro o el riesgo de su acción. Pero puede ser también que el miedo a perderlo todo (UNA VEZ MÁS) le hiciera huir hacia adelante, y que por ello escondió el cadáver y cuando supo que iban a investigar la finca de Rodalquilar, corrió a sacarlo, con el fin de encubrir una vez más, de forma consciente, su mala acción.

Para colmo de los colmos, están esos desgraciados audios, en los que se la recoge hablando sola, y dirigiéndose al niño con odio. No le tragaba, no le aguantaba, era un obstáculo para su vida, su felicidad, su futuro prometedor al lado de ese hombre bueno, que le había llovido del cielo.

Pero si toda esta historia comenzara y acabara aquí, todavía aún podría tener un pase. Pero lo cierto y verdad es que a Ana Julia además había algo muy importante que jugaba en su contra, y que no es otra cosa, ni más ni menos, ni menos ni más que… SU PASADO.

Deshojémoslo como una margarita, para ir sustanciando el alma de este ser humano, y que de nuevo plantea la irresoluble aún por la ciencia pregunta de si la maldad te nace o te hace.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

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