A José Bretón no se le cayó la cara de la vergüenza en ningún momento durante todos estos años, ni antes, ni durante, ni después del juicio, al afirmar y recontra-afirmar, que dirían los argentinos, que él era inocente; es más, en ciertos momentos, seguía manteniendo la teoría, o delirio, o fantasía, de que alguien se había llevado los niños, y de que él sentía que seguían vivos; alimentando la esperanza de aquellos optimistas empedernidos, agarrándose a los puros de…