En la puerta del Sol, una vez a la semana, que depende del día y de la hora, un viejo señor hace círculos concéntricos con una bandera republicana. Lleva tantos años allí, que ya forma parte del paisaje. Defenderá, supongo yo, este señor, que todos tenemos la sangre del mismo color, y que el sudor de su frente no se conviertan en el presupuesto anual de la corona.

No obstante, resulta bastante paradójico que los intentos de desestabilizar a la corona española, mediante la desestabilización del matrimonio en que se sustenta no provengan de este extremo, si cabe llamarlo así, sino del otro.

Y es que como ya hemos comentado en más de una ocasión, estamos en el siglo XXI, el siglo donde nada es lo que parece, el siglo en el que todas las categorías del XX se están poniendo patas arriba, el siglo de la tercera guerra mundial.

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