¿Soy yo o es que alguien más se ha dado cuenta de los paralelismos entre el asesinato de Manoli (Crims) y el de Esther López en Traspinedo? En los dos casos, hay un punto que llama la atención: la llegada a casa. Da la sensación, de que, en los dos casos, las personas que la vieron por última vez no están diciendo toda la verdad. ¿Y cómo lo sabemos? Porque el relato de resultas queda extraño. Y aunque la realidad supera la ficción, no está demás replantearse las versiones cuando algo se sale de la normalidad, de lo esperable; y en el caso de Manoli, lo esperable es que, tal y como dijo la madre, tú no has dejado a mi niña en la puerta de casa, porque si lo hubieras hecho, habría subido. Y está claro que llama la atención este hecho. Tan cerca de la cama, qué te hace dudar. Una explicación razonable es que hubieran discutido en el coche, tal y como señalan algunos testigos y que se hubiera bajado de forma violenta, y ante el estado de nerviosismo, y con el novio ya con los pies por delante, Manoli hubiera decidido por su cuenta y riesgo, acercarse a la cabina y llamar al camello, necesitaba un chute, para tranquilizarse; pero si esto es así, ¿en qué momento entra en acción el asesino? ¿Se lo encuentra en casa del camello? ¿Le llama para desahogarse de la mala vida que le está dando el primo?

Otra segunda cuestión que no se ha mencionado en la serie de Crims es el asunto de la autopsia. Se hubiera agradecido que se dijera si había mantenido relaciones sexuales y cuántos tipos de semen había. Si tres, dos o uno. Para aclarar más información sobre qué ocurrió esa noche y sobre si su asesino la mató porque ella se negó a tener relaciones sexuales con él.

Como podemos ver, lo que está claro es que aquí hay un agujero de información que, según lo que ha trascendido, no pudo ser aclarado. A este crimen también le falta una narrati

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