AL tiene un defecto que ha jugado en su contra y es que sabe mentir muy mal. Tiene un tono muy monótono al hacerlo, aunque hay que reconocer que, quizás porque él lo sabe, se esfuerza por ‘dramatizar’ la situación, incluyendo incluso diálogos en su narración, pero, al ver su ‘interpretación’ en el juicio, tanto él como nosotres sabemos que no podría ganarse la vida como actor.

Y es que si Marilyn, que era súperdotada, se la pasó de rubia tonta toda su vida oficial, hasta el punto de soportar alguna que otra salida de tono de Einstein (léase Kapitalismo Sauvage), en el caso de AL, ocurre todo lo contrario, se trata de aparentar ser todo lo más formalito e intelectual posible, que desanimalice la imagen que se pueda tener de él, pero ya todos sabemos también que un súperdotado puede disimular su inteligencia y proyectar un perfil social bajo, de hecho, lo hacen constantemente para poder adaptarse a la gente normal, y al mundo normal, pero al revés, directamente es que es imposible, tarde o temprano, acabas diciendo o haciendo algo que delata que el número de libros que has leído a lo largo de tu vida es exíguamente (sí, es una sobresdrújula, y se tilda) limitado.

Además, para más inri, hace A. una cosa muy poco recomendable y que no entendemos por qué su abogado no le ha ordenado que no lo haga, y es la de introducir inferencias mentales de los otros en su relato, como si fuera un diálogo del Renacimiento o de la época de los griegos, pero involucionado. De tal manera, que él afirma una cosa y, en seguida, se imagina que le pueden contra argumentar con un enunciado, y él se disculpa, adelantándose a contestar esa inferencia que él cree que está en las cabezas de los otros cuando solamente está en la suya, y esto es un error, porque te expone más, excusatio non petita, accusatio manifesta; tendría que haber tenido en cuenta esta máxima de latín A., pero claro, para eso, primero tendría que conocerla. Y es que alguna desventaja tendría que tener dedicarse intensivamente al cultivo del cuerpo.

On plus, A. da tres versiones diferentes de los hechos. Esto significa que estás jugando con el relato, intentando encajarlo en un contexto cambiante, para parecer una cosa o la otra, según se vaya conociendo las pruebas que se tienen contra él.

Para hechos claves como el de que por qué el móvil suyo estaba en casa de R. en el día D, él argumenta enunciados sencillos e imposibles de falsar (Popper) como el de que se le ha olvidado, que es algo así como el ‘no recuerdo’, pero más light.

Pero aún así, podría ser una explicación real, aunque poco verosímil en un policía, sin embargo, lo que ya es inexplicable es que:

1) Apareciera en la comida-celebración al día siguiente, como si P. ya no existiera, y toda esa historia de amor entre R. y P. hubiera ocurrido en una ramificación del tiempo, en un universo alternativo.

2) Como que se quedara a dormir en casa de RP tras la desaparición de A. Algo completamente inconcebible en un ambiente de celos y de desconfianza, y con la posibilidad de que P. pudiera volver en cualquier momento y ‘descubrirlos’ allí.

Es extraño, casi absurdo, casi infantil este estado mental que invadió la psique de estos dos seres humanos y que consistía en la creencia de que, como dijo Pinochet en el ataque al Palacio de la Moneda, ‘muerto el perro, muerto la leva’, y que por lo tanto, una vez que P. había desaparecido, todo por fin volvía a ser como antes, un borrón y cuenta nueva, una hoja en blanco para volver a escribir de nuevo su historia de amor, esta vez despacito y con buena letra, esta vez bajo el compromiso de A. de matrimonio y de ‘planes familiares’ y aburridamente cotidianos, como poner la lavadora en la planta de abajo, que era supuestamente lo que estaban haciendo RP y P. antes de que todo se desmadrara de una forma que aún todavía nos cuesta imaginar.

Dicen que las personas con perfil psicopático tienen problemas para imaginarse ‘las consecuencias’ de sus acciones. Pudo ser eso o pudo ser directamente un estado de infatilismo o adolescencia mental, como una fan de héroes del silencio que con cuarenta años todavía sueña con casarse con el cantante, esa aroma tonto que tienen algunos personajes de David Lynch en la serie Quién mató a Laura Palmer.

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